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Nosotros somos Waorani. Siempre hemos vivido en la selva Amazónica. Por miles de años hemos defendido nuestro territorio de los invasores. Como advertencia, nuestros antepasados dejaban lanzas de chonta cruzadas en los caminos para dar a los invasores la oportunidad de retirarse. Los huesos de nuestros ancestros están enterrados debajo de esta tierra. Venados, huanganas y jaguares todavía andan libremente en nuestra selva. Nuestra memoria, nuestro idioma y nuestras canciones nacieron en este bosque. Por eso, vamos a asegurar que sigan vivos, generación tras generación. La explotación petrolera es o que da vida a las ciudades del mundo, pero en nuestro territorio la explotación petrolera destruye todo lo que a nosotros nos importa. Hemos visto la destrucción que el petróleo causa en el bosque. Nuestros hermanos indígenas, que viven río abajo del petróleo, nos han contado historias: cómo sus hijos han enfermado por la contaminación del agua y cómo la contaminación ha dañado la pesca y desparecido los animales de monte. Con el petróleo, el idioma, la cultura, todo puede desparecer en una sola generación. Nuestro territorio nos da vida. No permitiremos que la explotación petrolera contamine nuestras quebradas y sitios de pesca. No permitiremos que pongan cables de sísmica con dinamita en nuestras áreas de cacería. No dejaremos que construyan plataformas, oleoductos o carreteras. No reconocemos que el Gobierno le llame Bloque 22. Nuestro territorio ancestral no es un bloque petrolero. Es nuestra vida. Estas son nuestras palabras, nuestras lanzas cruzadas en el camino, nuestro mensaje a las compañías petroleras: Nuestro territorio no está a la venta.
Territorio Waorani, Amazonía Ecuatoriana.
19 de mayo del 2018.